En los últimos tiempos asistimos
atónitos a un espectáculo dantesco. El anterior ejecutivo del PSOE, puso en
marcha una Ley de la Memoria Histórica, tan necesaria como insuficiente, para luego,
como es habitual, olvidarse de dotarla de fondos y mecanismos, supongo que
porque ya había cumplido su función propagandística de consumo interno.
Ahora, el nuevo gobierno del PP,
paraliza su aplicación, a la que ha sido extremadamente reticente allí donde ha
gobernado, dificultando aún más si cabe, el trabajo de las asociaciones que
llevan más de 35 años desenterrando cadáveres de las cunetas y entregándolos a
sus familiares.
Entre medias, asistimos también al
procesamiento del juez Garzón, único juez español con vergüenza suficiente para
llevar a juicio al anterior régimen dictatorial, y que ha sido sentado en el
banquillo por los herederos de la ultraderecha que lleno esas cunetas de
muertos sin identificar.
Y digo todo esto porque este
tema, el de la Memoria Histórica, nos parece algo lejano, que se dilucida en
Madrid y en los centros de poder, y que de vez en cuando, salpica los
telediarios entre magacines del corazón y la enésima edición del concurso de
turno.
Nada más lejos de la realidad. El
próximo fin de semana del 17 y 18 de marzo, la “Agrupación de familiares de los
fusilados en Murillo de Gállego el 24/10/1936”, con la colaboración de diversos
organismos e instituciones, celebrará en Ayerbe una serie de actos destinados a
honrar la memoria de 18 vecinos republicanos de la Galliguera, fusilados al
inicio de la Guerra Civil y que han permanecido en su fosa común los últimos 70
años, justo al lado de una carretera que cada uno de nosotros habremos
recorrido mil veces.
Al hilo de estos actos, que solo
pretenden ser un homenaje a estas personas, a sus familias y a quienes han
hecho posible su vuelta a casa, me surgen un par de preguntas que hace ya mucho
tiempo que me formulo: ¿puede una
sociedad que se autodenomina democrática, mantener 35000 muertos enterrados en
cunetas y fosas comunes sin que le importe ni muestre el menor deseo de
solucionar semejante disparate?, ¿puede
el Estado Español seguir hablando de la transición española como un “modelo a
seguir” en el transito entre una dictadura y una democracia, cuando en sus
carreteras y campos yacen olvidados quienes únicamente cometieron el delito de
defender la legalidad vigente y opinar de forma diferente a quienes ganaron la
guerra, mientras los muertos del bando ganador, que los hubo y muchos,
descansan en cementerios y disfrutan de honor y reconocimiento, aun cuando se
alzaron en armas contra un régimen democrático y legítimo?, ¿es posible una
sociedad justa y armónica en la que los herederos de quienes sometieron al país
a una dictadura durante más de 40 años continúan ocupando los centros de poder,
mientras los otros, los vencidos, siguen buscando a sus familiares sin apoyo ni
ayuda del Estado?
En mi opinión la respuesta es
NO, y el hecho de que hoy por hoy haya que explicarla a mucha gente,
demuestra muy claramente la falta de calidad humana de nuestra sociedad y la
inmadurez de nuestra democracia, incapaz de enfrentarse a sus demonios y
vencerlos de una vez por todas. Mirar a otro lado, cambiar de canal o utilizar
la tan manida frase de “mejor no remover el pasado“, no hace sino reforzar y
alentar a todos aquellos que luchan por recuperar esa memoria perdida y a
quienes les apoyamos en su lucha.
En memoria de esos 18 vecinos nuestros, que han vuelto a casa despues de un viaje demasiado largo...